Carta desde el cielo para mi esposa

Mi amor, querida esposa

Sé que en este momento sientes mi ausencia en cada rincón de nuestro hogar, en cada detalle que compartimos, en cada susurro del viento que antes nos encontraba juntos. Pero quiero que cierres los ojos por un instante y sientas mi presencia, porque aunque mi cuerpo ya no esté, mi amor sigue abrazando tu alma.

Te escribo desde un lugar de paz, un lugar donde el tiempo no pesa y donde el amor no tiene fin. Aquí todo es luz y serenidad, y quiero que en tu corazón sepas que estoy bien. No hay dolor, no hay miedo, solo gratitud infinita por la vida que compartimos.

Fuiste mi refugio en la tormenta, mi mejor amiga, mi confidente, mi hogar. Gracias por cada risa, por cada palabra de aliento, por cada día que compartimos. Gracias por tu paciencia cuando yo, en mi terquedad, no supe expresarte cuánto te amaba. Gracias por hacer de nuestra casa un lugar lleno de amor, por cada detalle, por cada caricia, por cada amanecer juntos. Fuiste y sigues siendo lo mejor que me pasó en la vida.

Te pido perdón si alguna vez te fallé, si alguna palabra no dicha quedó en el aire, si algún gesto de amor se perdió en la rutina. No hay un solo día aquí en el que no agradezca haber compartido mi vida contigo. Y si pudiera volver atrás, te diría una y mil veces más cuánto te amo.

Es normal que por momentos,  te sientas desorientada y abrumada con mi partida. Quiero que sepas que es natural vivir este duelo a tu manera, y que no hay una forma correcta o incorrecta de sanar. Tómate tu tiempo, habla sobre cómo te sientes, y no tengas miedo de mostrar tus emociones.

Quiero pedirte algo, mi amor. No dejes de vivir. No dejes que mi partida detenga tu historia. Sigue adelante, sigue sonriendo, sigue amando. La vida sigue llamándote, y quiero verte florecer en cada nuevo amanecer. Guarda en tu corazón nuestros recuerdos hermosos, pero no dejes que el dolor te impida crear nuevos momentos de felicidad.

Cuando te sientas sola, mírame en el brillo de las estrellas. Cuando la nostalgia te visite, háblame en tus pensamientos, porque siempre te escucharé. Cuando la tristeza toque a tu puerta, recuerda que estoy aquí, en cada brisa suave, en cada rayo de sol, en cada latido de tu corazón.

Prométeme que cuando sientas que el mundo pesa demasiado, cerrarás los ojos y me sentirás contigo. Porque aunque mis pasos ya no resuenen en casa, mi amor jamás te dejará. Nos volveremos a encontrar algún día, en un tiempo sin prisas y en un espacio sin distancias. Hasta entonces, vive, ama, sé feliz… por los dos.

Con amor eterno,

Tu esposo

Deja un comentario